Como decía Honrad Lorenz, La ansiedad con miedo y el miedo con ansiedad contribuyen a robarle al ser humano sus cualidades más esenciales. Una de ellas es la reflexión.
Todas las personas en mayor o menor medida podemos saber a qué nos referimos cuando hablamos de la ansiedad, aún siendo causada por cosas diferentes y vivida de forma distinta también. Si nos fijamos, el diccionario la define como “estado de agitación, inquietud o zozobra del ánimo”, con lo que aún cobra aún más sentido la pregunta inicial.
Sin embargo, la ansiedad goza de mala prensa y generalmente la asociamos a algo malo, a un estado horripilante en forma de monstruo… Pero es importante dejar claro que la ansiedad es una emoción resultado de una reacción instintiva de nuestro cuerpo frente a una amenaza percibida, y visto así, es incluso sana y adaptativa ya que nos hace movilizar nuestras energías para canalizar esa amenaza que hemos captado en forma de alarma y vigilancia, ayudándonos, por lo tanto a afrontar ciertos requerimientos y exigencias determinadas de nuestra vida, ¿quién no ha sentido un vuelco en el estómago al ver que un camión se abalanza contra nuestro coche? o ¿quién no se ha esforzado al máximo en concentrarse en el examen de una oposición pese al alboroto emocional que le ha supuesto?,…
Pero…, ¿qué pasa cuando esta amenaza se convierte en una alarma continúa? o ¿cuando nos sentimos atemorizadas por preocupaciones constantes y sin aparente sentido?, aquí la cosa cambia, la ansiedad no cumple ninguna función y pasa a ser defectuosa, molestona y generadora de sufrimiento, es patológica o negativa. Ya no es nuestra aliada, ahora tiene forma de síntomas para nuestra salud: la tensión psíquica y fisiológica persiste incluso después de haber pasado la situación causante, y aparece con independencia de lo que nos sucede, de una manera permanente e incontrolable causando gran impacto emocional; y ésto duele y mucho…, sobre todo porque no somos capaces de dar respuestas desde nuestra parte lógica y racional, y nos decimos cosas como… ¿qué me pasa?, ¿me estoy volviendo loca?, ¡me da a dar un infarto!,¡nunca seré capaz de salir de este pozo!¡ siempre todo lo malo me pasa a mi!…
¿te suena?
En esta fase el cuerpo nos habla haciendo síntomas, nos volvemos hipervigilantes de él, nos convertimos en radares para captar señales que nos dicen que nuestro cuerpo está mal, y vaya que sí notamos cosas raras en él, de repente notamos las pulsaciones a 100, sensaciones de ahogo, de falta de aire, insomnio, ganas de llorar, naúseas, temblores, incluso ataques de pánico que unido a una forma de pensar irracional: todo me pasa a mí, no voy a ser capaz de aguantar, me voy a desmayar, soy inferior a otras personas … vamos creando una realidad, la nuestra, que es fiel reflejo de todo lo que vamos pensando y diciendo, vemos nuestro futuro gris, desde el temor indefinido, desde una tensión incontrolada que se experimenta siempre como anticipación de lo peor, el futuro se antepone sobre el presente, cargado de malos presagios y de anticipación temerosa llena de incertidumbre, de preocupaciones basadas en ideas irracionales, que nos hacen mantener aun más la patología de la ansiedad.
En el origen de la ansiedad existen muchas trampas a las que nos somete nuestra mente y nuestra vulnerable personalidad que se trasforman en obsesiones lejos de soluciones, al margen de las causas externas y lógicas como: los accidentes, violaciones, desastres naturales, pérdida de empleo que pueden desembocar en cuadros de ansiedad, de pánico, de estrés postraumático…
Para mi y fruto de la experiencia que mantengo con las personas en terapia, las grandes trampas son:
1. La complacencia: siempre dispuesta a no fallar a las demás personas, a darnos por encima de nuestras prioridades, aunque ello suponga hacer algo que no queremos y cuando hacemos ésto, dejamos de ser personas coherentes y auténticas pensando y haciendo en direcciones opuestas, pues bien! ésto es entrar en una de las trampas de la ansiedad y ello pasa por pensar que necesitamos de la aprobación de los demás por inseguridades personales, miedos, falta de comunicación, falta de rumbo personal… No hay nada mejor que ser una persona auténtica actuando de la manera en la que se piensa y desea.
2. Vivir alrededor de los valores que imperan en nuestra sociedad. Tener un buen empleo, un estatus social elevado, tener las ideas claras, tener seguridad económica, estabilidad emocional…Es el miedo a perder lo que tenemos o a no conseguir lo que queremos lo que se trasforma en ansiedad y angustia sin centramos ni valorar lo que ya tenemos.
3. Tener muchos asuntos pendientes, en los que pensamos y nos preocuparnos una y otra vez, sin actuar.
Otras de las obsesiones más presentes en los estados de ansiedad son:
- Miedo a lo desconocido.
- Insatisfacción permanente ( por poseer metas muy ambiciosas y poco realistas)
- Apego a la posesión material (en realidad todo lo que necesitamos está dentro de uno mismo).
- Obsesión por controlar todos los aspectos relacionados con nosotras y nosotros.
- Incapacidad de quedarnos sin hacer nada. Hiperactividad.
- Creernos los mejores y tener que demostrarlo, impidiendo gozar de nuestros logros.
La lista aquí no acaba pero es una buena manera de empezar por averiguar qué causas están presentes en nuestra ansiedad para poder reconducirla en nuestro provecho!
Sentir que estamos acompañadas por un profesional en todo este proceso, y tener las herramientas necesarias para el cambio se hace imprescindible y aún más cuando el sufrimiento es continuo y persistente.
En el siguiente post hablaré de algunas de las claves para salir de la ansiedad.