“No temas a las crisis, sirven para descubrir nuevas capacidades en ti y poder afrontar la vida con otro talante”. Conocer esto, en cierta manera, libera. Ahora toca trabajarlo!!
Hay ocasiones en las que la vida golpea de manera dura y poco previsible y, obviamente, la gestión no es sencilla para nadie. Los tiempos de crisis que actualmente vivimos demandan estrategias para generar una actitud positiva, ya que si no ponemos remedio es sencillo caer en el desánimo y la desesperación.
¿Hubiéramos imaginado una situación así hace un mes?
Hubiera sido de locos adivinar este desenlace, estamos atravesando una de las peores crisis de la historia moderna, sin precedentes. Hoy nos encontramos sin el referente que nos marcaba la vida, sin nuestras rutinas: salir a pasear o trabajar, ir a visitar a nuestras familias, abrazarles, salir a tomar algo con amigos o amigas, organizar una celebración en casa … son situaciones que, ante la prohibición actual, cobran un valor hasta la fecha inimaginable y hace que las apreciemos de una manera totalmente distinta. Antes tan solo lo vivíamos de una manera robótica.
Además, las situaciones extremas a las que muchas personas estamos expuestas: pérdida de trabajo y/o seres queridos, dificultades económicas o profesionales e incertidumbre o dudas sobre el futuro al que nos enfrentamos, hacen que emocionalmente estemos perdidas, desmotivadas, apáticas, tristes, melancólicas, angustiadas. Sentimos incredulidad, negación, rabia, pena, miedo y mucha incertidumbre y con ello manifestamos síntomas somáticos: sensación de ahogo, de mareo, irritabilidad, taquicardia, angustia, insomnio…
El mito de que somos seres invencibles que creemos saberlo todo se nos cae, y con ello aparece una situación nueva que hay que gestionar. Este hecho provoca que emocionalmente las personas atravesemos diferentes fases psicológicas. Es momento de conocerlas, y obviamente, poner remedio.
FASE 1: Shock, Negación.
Es la primera fase que se da ante el impacto y afrontamiento de la situación hiriente, inesperada, intensa y desagradable. Le acompañan los estados de escape, de negar los hechos y de minimizarlos después: esto no me está pasando, no puede ser real, será una equivocación …
La persona tiende a escapar de la situación y a no querer ver la realidad de los hechos.
FASE 2: Enfado, rabia, miedo.
Esta fase es continuación de la anterior, aquí la persona ya no niega la situación, si no que se enfada con ella, siendo propios los estados de explosión y descontrol emocional. En ocasiones se llega al odio y al asco. ¿Por qué ha sucedido esto? ¿Por qué no se han tomado medidas antes? ¿Por qué me tiene que estar pasando esto ahora a mí?
Las consecuencias de un futuro incierto acompañan también en esta fase, en la que puede que el miedo llegue a ser paralizante y comiencen las quejas, lamentaciones y frases derrotistas y limitantes: Y ahora… ¿Qué me va a pasar? ¿Qué va ser de mí? ¿Cómo voy a salir de esta?
FASE 3: Tristeza, pena.
Esta fase puede ser considerada como la más peligrosa, ya que se puede convertir en patológica si se cronifica, desembocando finalmente en una depresión.
Tomar conciencia y expresar todas estas emociones es fundamental para despojarnos de ellas y tomar cierta perspectiva que nos permita avanzar a otras fases más adaptativas.
FASE 4: aceptación.
Se da cuando la persona toma conciencia del problema y de su magnitud, pero no para atormentarse sino para entender que no queda otra que seguir avanzando. Aceptar no es resignarse, es un concepto activo y se realiza cuando la persona se ve protagonista y responsable de la circunstancia a la cual debe hacer frente. Es cuando empieza a pensar y a hacerse preguntas tales como; y ahora ¿Qué puedo yo hacer con esta situación? ¿Cómo la convierto en oportunidad?
Es importante entender que en la aceptación hay que comenzar a soltar lo que no se puede controlar, lo que se ha perdido, lo que ya no se tiene, y determinar qué quiero yo qué me pase de aquí en adelante .
FASE 5: Crecimiento: resiliencia y oportunidad
¡Llegar aquí es llegar al paraiso!, es pasar al optimismo y a la confianza y es crear nuevos hábitos:
- Cuidarme, valorarme.
- Ver la oportunidad de aprender. Y yo, ¿qué puedo aprender de esto?.
- Confiar en lo que la situación me está enseñando. Pensar en las demás personas y buscar cómo ayudarles.
- Encontrar un propósito desde tomar conciencia que vivo en el presente y me enfoco en el futuro
- Agradecer y valorar.
- Ser una persona empática hará más fácil pasar por este proceso de desafío dando la espalda al pesimismo propio de las primeras fases.
En líneas generales podemos decir que las crisis son oportunidades para el crecimiento, para el cambio y para abrirse a nuevas formas de vivir, de entender la vida, de reflexionar y de abrir la mente.
¿Qué nos puede ayudar en todo este proceso?
- Expresar: Habla de tu circunstancia con alguna persona que sea de tu confianza, lucha por tomar las riendas… y disfruta de los cambios que se avecinan.
- Valorarnos: Valora lo que eres y olvídate de depositar la felicidad y el bienestar en lo que tienes (conocimientos, títulos, dinero…)
- Aprender a decir adiós a una etapa: Saber desprenderse de la situación anterior es crucial para poder florecer y desarrollarte.
- Asumir que habrá cambios y nuevas etapas, hacer que esa etapa no sea paralizante, sino liberadora.
- No torturarnos con lo que deberíamos haber hecho.
- No quedarnos en la superficie de los cambios; ansiedad, malestar, rebeldía… y tratar de descender a la comprensión más profunda de la crisis.
- Recordar que toda crisis es un peligro de desestabilización, pero también una oportunidad para crecer por dentro: no olvidar que hoy es el primer día del resto de tu vida.
“Si siempre caminas en círculo, nunca podrás llegar a la meta; para solucionar una crisis hay que sumergirse en ella”.